El miedo a las reacciones que pueden provocar las vacunas hace que muchos padres retrasen en el tiempo el momento de administración de las mismas o peor aún, dejan de ponérselas.
Ya hemos hablado muchas veces de la importancia tan bestial de las vacunas para proteger a tus hijos de enfermedades graves.
Siempre utilizo el mismo símil en mi consulta. Las vacunas son como nuestro cinturón de seguridad en el día a día. Afortunadamente es poco frecuente tener un accidente tráfico, pero si sucede, mejor llevar el cinturón bien abrochado. Ahí puede estar la diferencia entre morir y/o quedarnos con secuelas graves, vs vivir libre de discapacidades. ¡Las vacunas son nuestro cinturón de seguridad!
Pero tampoco debemos olvidar que las vacunas son preparados biológicos, y como cualquier medicamento, a veces pueden tener efectos secundarios. Afortunadamente, en la mayoría de los casos, estas reacciones son insignificantes desde el punto de vista medio. Saber qué es común y qué no, ayudará a que estés tranquilo tras la próxima vacuna de tu pequeño.
Reacciones normales a las vacunas
Las vacunas tienen como finalidad crear inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Es decir, generar defensas contra enfermedades potencialmente muy graves y, además, para toda la vida (hay excepciones y necesitamos en ocasiones dosis de refuerzo cuando somos adultos).
Las vacunas generalmente se elaboran utilizando partes debilitadas de los gérmenes responsables de las enfermedades de las que queremos proteger a tu hijo, pero no causan la enfermedad en sí: le dicen al cuerpo que produzca anticuerpos para combatir esas enfermedades. Por ejemplo, después de una vacuna contra la meningitis B, si tu hijo entrara en contacto con la enfermedad real, su cuerpo la reconocería y tendría las herramientas adecuadas para combatirla y una altísima probabilidad de salir victorioso.
Los efectos secundarios más frecuentes son leves y nos vienen a decir que la vacuna ya está funcionando. Estos síntomas son una señal de que el cuerpo de tu hijo está produciendo nuevos anticuerpos. Normalmente, estas reacciones desaparecen por sí solas en unos pocos días. Los efectos más comunes son:
- Sensibilidad o enrojecimiento donde se ha puesto la inyección
- Inflamación leve en la zona de la vacuna
- Irritabilidad
- Fiebre
- Dificultad para dormir
Las reacciones MENOS comunes incluyen:
- Vómitos
- Somnolencia
- Pérdida de apetito
Todos estos efectos secundarios deberían desaparecer sin ningún tipo de tratamiento, aunque si es necesario, podrías administrar paracetamol para aliviarlos.
¿Cuándo debo llamar al pediatra?
Si tu hijo fuera alérgico a determinados componentes de las vacunas, notarás signos de que algo va mal. Por lo general, estas reacciones ocurren rápidamente, normalmente en la primera media hora tras la administración, por eso siempre se recomienda administrar las vacunas en un centro sanitario, incluso las vacunas orales, y permanecer en dicho centro durante este tiempo antes de irse a casa.
Las reacciones severas son raras. Solo 1 de cada 1 millón de niños las tienen. Aun así, es importante saber qué síntomas debes reportar a tu pediatra para que pueda ayudar a tu hijo.
No dudes en llamar a tu pediatra si observas:
- Problemas para respirar, como jadeos
- Ronquera
- Urticaria
- Palidez
- Debilidad
- Latido acelerado
- Mareos
- Hinchazón de cara o garganta
- Fiebre superior a 40ºC
- Convulsiones
Si notas algún síntoma preocupante después de ponerle una vacuna a tu pequeño, ¡acude a tu pediatra!