“¿Escarlatina?” “¿Hoy en día?” “¿En Europa?” “¿Pero esa enfermedad no estaba erradicada…?”. Estas son algunas de las reacciones más frecuentes por parte de los padres y madres cuando se les diagnostica escarlatina a sus hijos, y es que, aunque suene a enfermedad decimonónica, ¡la escarlatina nunca nos ha dejado!
Se trata de una enfermedad de carácter infectocontagiosa muy común y bastante fácil de diagnosticar. Tiene un tratamiento sencillo y a día de hoy, no produce serias complicaciones.
¿Qué enfermedad es la escarlatina?
Se trata de una enfermedad causada por la bacteria Streptococo pyogenes, también famosa por ser la culpable de la formación de “anginas” o “placas”, pero con la diferencia de que, en este caso, el germen libera toxinas que generan unas manchas en la piel muy identificativas.
¿Es contagiosa la escarlatina?
Pues sí. La escarlatina se contagia simplemente por gotas de saliva al hablar y es muy fácil que los niños de entre 3 y 8 años sean los más expuestos, dado que suelen jugar muy pegados los unos a los otros.
¿Qué síntomas mostrará mi hijo o hija?
El síntoma más característico (por ser el más visual) son unas manchas en la piel (exantema) que harán su aparición de 12 a 48 horas después del contagio. Primero las verás en su cara y, con el paso de los días, se irán extendiendo por el tronco, las piernas y abdomen. Estas manchas son de color rojo, muy visibles y además tienen un tacto áspero. Se suelen concentrar principalmente en pliegues como las ingles y las axilas, y durarán entre 4 y 7 días. Cuando desaparecen estas manchas descaman la piel desde el cuello hasta las piernas.
Otro síntoma muy común de la escarlatina es la fiebre repentina, pero moderada. También aparecerá un dolor de garganta, acompañado de lengua aframbuesada (por el color rojo intenso que adquiere). Incluso a veces se ve de un color blanquecino, pero con puntos rojos y los ganglios del cuello aumentan de tamaño.
Por último, también es posible que tu hijo se muestre decaído, tenga náuseas y vómitos, falta de apetito, y dolor de cabeza.
¿Tiene tratamiento esta enfermedad?
¡Por supuesto! La escarlatina es una enfermedad que no tiene vacuna, pero a pesar de ello sí puede tratarse. Generalmente se recetan antibióticos de la familia de la penicilina que deben ser administrados durante el periodo indicado por el pediatra.
Las complicaciones de la escarlatina son muy raras y aisladas, por eso recomendamos que los niños vuelvan al cole y a sus actividades diarias una vez hayan pasado más de 24 horas sin fiebre y estando en tratamiento.