En nuestro centro sabemos que jugar sigue siendo un elemento esencial de la infancia y es bueno para los niños de cualquier edad. Es como comer verduras, pero mucho más divertido.
El verano es un magnífico recordatorio de la alegría que se siente cuando los niños corretean, juegan, exploran y se divierten.
Los niños que juegan al menos una hora al día son más creativos y tienen más capacidad para llevar a cabo múltiples tareas. Es cierto que los niños necesitan jugar para aprender y relajarse, pero también para crecer y desarrollarse; necesitan un tipo de juego no estructurado, que no requiera planificación: salir a correr por los alrededores, jugar a juegos tradicionales sin juguetes…
La importancia del aprendizaje lúdico para los niños no se puede subestimar, puesto que los juegos son una simple frivolidad: mejoran la estructura y función del cerebro y promueven la función ejecutiva (el proceso de aprendizaje, en lugar del contenido), que nos permite perseguir objetivos e ignorar las distracciones.
Jugar es muy importante, especialmente a medida que se acelera la competencia de los juegos generados por las nuevas tecnologías. Quiero decir, ¿qué pasaría si todos jugásemos con nuestros hijos durante una hora al día con nada más que unos pocos juguetes o si fuéramos todos al parque?
Mejorar las habilidades mediante el juego ayuda a ignorar las distracciones. El juego ayuda a construir los cerebros de los niños permitiendo mejores habilidades de función ejecutiva, mejora las habilidades académicas y reduce los impactos negativos del estrés. En última instancia, crea niños más resistentes. El tiempo de ocio, el tiempo de jugar en el patio, jugar con los padres, hermanos o amigos no se puede reemplazar con tecnología o con deberes. Los cambios culturales donde los padres trabajan más, donde existen menos espacios seguros para jugar y las distracciones digitales están limitando las oportunidades para que los niños jueguen.
El mundo actual exige cada vez más preparación académica, cosa que lleva a muchas familias a centrarse en actividades extraescolares diseñadas para mejorar los resultados académicos de sus hijos y crear futuros adultos “muy preparados” (desde prescolar). Creo que esta presión debería ser sustituida por un poco más de recreo y juegos al aire libre.
La curiosidad y la exploración desarrollan nuevas habilidades desde los 4 a los 6 meses de edad hasta la adolescencia. Los niños a menudo se sorprenden con logros accidentales mientras juegan. Ganan confianza y alegría, pero también habilidad en el descubrimiento. No hay duda de que cuando juegan con un padre o madre, los niños experimentan alegría que ayuda a regular la respuesta de estrés del cuerpo. El juego no estructurado a cualquier edad fomenta la creatividad e impulsa nuevas habilidades y maravillas.
El juego es uno de los regalos más importantes que compartimos con nuestros hijos. Queremos que nuestros hijos tengan un tiempo de juego ilimitado sin márgenes ni restricciones. Queremos que nuestros niños tengan la oportunidad de jugar creativamente desde el principio y sin pantallas, ni ruido, sino con «juguetes verdaderos”, como bicis, legos y muñecos. Es obvio y verdadero que lo que más necesitan nuestros hijos es nuestra atención completa, tiempo para jugar y un lugar en casa para relajarse y vaguear.