Hoy en día es muy común que ambos padres trabajen o simplemente que lleven a sus hijos a la guardería, lo que conlleva que se enfrenten a la ardua tarea de madrugar desde pequeños. Hay niños que llevan esto mejor que otros; si tu hijo es de esos que no les gusta que le espabilen desde bien temprano, te damos unas pautas y consejos para que no sea una guerra con ella o él todas las mañanas. Que al fin y al cabo, temprano, os estáis levantando todos, y ninguno con ganas de combatir.
Preparativos…
-Algo primordial es intentar empezar el día de una forma agradable tanto para tu hijo como para ti. No te levantes con el tiempo justo, ni dejes al niño con prisa en la guardería; porque ambos terminaréis con una sensación incómoda y luego vendrán los remordimientos. Para ello, levántate unos minutos antes de lo habitual para que no lo hagas todo con prisa, y llama al niño 15 minutos antes de lo que tenías pensado para dejarlo espabilarse, vestirse, desayunar… a su ritmo.
-Bañale por la tarde, para que el aseo mañanero sea más rápido y menos profundo. Y ganarás tiempo.
-Dale de cenar tempranito (siete y media-ocho) y algo fácil y rápido de digerir para mejorar su sueño.
-No le acuestes pasadas las nueve y media, para que tenga tiempo de recargar pilas toda la noche y así tener la energía suficiente para enfrentarse al día siguiente.
-Ponte de acuerdo con tu pareja para las tareas matutinas, y así los dos os dividís los agobios y las prisas.
-Deja preparada la noche de antes la ropa y las tazas del desayuno; una cosa menos por la que preocuparse por la mañana.
A la hora de despertar a tu pequeño…
-Entra sigilosamente y no enciendas la luz de golpe, procura mejor levantar la persiana o descorrer las cortinas.
-Despertarle de una manera suave y cariñosa (como nos gustaría que nos levantasen a todos). Aunque sea un poco más de tiempo, nuestro hijo merece esos minutitos de paciencia.
-Dejarlo remolonear en la cama mientras le preparas el desayuno.
Por último, recuerda que si tu pequeño se encuentra en plena fase del “no”, y del “yo solo”, y si nada más despertarle por la mañana insistes en que se dé prisa, se emperrará en hacer lo que él quiera y diga en todo momento: en vestirse solo, en comer solo, en lavarse solo… Y así, sabéis que no vais a llegar muy lejos ni pronto, ninguno de los dos. Lo mejor para no eternizaros y para evitar que se os eche el tiempo encima es pactar con él: le dejas ponerse un calcetín si tú le pones el otro; puede tomarse él solo las galletas si tú le vas dando la leche… Esta solución evitará que empecéis el día enfrentados, mosqueados y alterados.
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